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El temor y la lucha de los trabajadores de Nano Automotive

Los trabajadores de Nano Automotive en el salón de plenos del Ayuntamiento de Tudela.

Siete trabajadores comparten sus vivencias y miedos ante el incierto futuro tras el anuncio del cierre de la planta de Tudela

La sombra del cierre planea sobre la planta de Nano Automotive en Tudela desde el fatídico 11 de febrero.

Para los 120 trabajadores, el anuncio de la dirección coreana significó el inicio de una incertidumbre angustiante, el abrupto final de trayectorias laborales que en muchos casos se extendían por décadas.

Desde las instalaciones de la empresa hasta las puertas del Ayuntamiento de Tudela, la voz de estos empleados resonó el pasado lunes, cargada de rabia por sentirse abandonados y de preocupación por un futuro laboral y personal que se desdibuja.

En una conversación con TudelaHoy, siete de estos trabajadores – Alejandro Palacios Lobera (48 años), Miguel Les Ochoa (42 años), Asier Les Arrondo (25 años), Laura Valdajos Matellanes (37 años), Eric Díaz Garrido (36 años), Ángel Miguel Palomar Sanz (60 años) y Pedro Galán Martínez (56 años) – compartieron sus vivencias, sus miedos y sus análisis sobre el presente sombrío y el incierto porvenir de la industria en la Ribera de Navarra.

Anuncio del cierre de la planta

Para muchos, la noticia del cierre no fue un golpe inesperado. Alejandro Palacios, con un cuarto de siglo a sus espaldas en la empresa, primero bajo el paraguas de SKF, luego KPF y finalmente Nano Automotive, lo sentencia con amargura. “Es una situación que los que llevamos muchos años la veíamos venir desde que SKF nos vendió, no nos pilla por sorpresa”.

Recuerda con escepticismo el plan industrial de 10 millones de euros prometido por KPF, una cifra irrisoria para una planta de esa envergadura. “En una planta como esta, solo una máquina del proceso ya vale 7 millones”, reconoce.

La transición a KPF y posteriormente a Nano estuvo marcada por la desconfianza y la sensación de un proyecto que nunca terminó de despegar.

“La subrogación fue de la noche a la mañana. Al año, KPF ya paró la obra y empezó a dar pistas de que no seguía”, lamenta Alejandro. Los sobrecostes y la falta de inversión hicieron mella en la competitividad de la planta, llevando inevitablemente a esta situación de liquidación.

Situaciones personales

El impacto personal de este cierre es palpable en cada testimonio. “Sin salario ha habido que buscarse la vida en pedir, en hacer, en sacar de un plan de pensiones para poder pasar estos primeros dos meses”, confiesa un apesadumbrado Alejandro, reflejando la angustia económica que ya sufren muchas familias.

Para Miguel Les (21 años en la empresa), la herida emocional es profunda. “Te quedas mentalmente tocado porque llevas 21 años compartiendo el trabajo y la vida con ciertas personas. No somos solo compañeros, somos más que compañeros.”

Su preocupación se extiende más allá de su propia situación. “Mi situación personal no es muy problemática, a mí me afecta más la situación que pueden tener otros compañeros que la mía”.

Los más jóvenes también ven truncadas sus expectativas. Asier Les, con solo cuatro años en la empresa, reconoce su relativa fortuna.

“Vivo con mis padres, dentro de lo malo no tengo la preocupación que tienen otras personas que tienen hijos y que están pagando hipotecas o alquileres. Son los que más dificultades están pasando”.

Para Laura Valdajos (8 años en la empresa), la situación es un nuevo revés en una generación marcada por las crisis. “A nuestra generación le ha pillado muchísimas crisis: la económica, la industrial, la pandemia del covid, ahora la guerra y finalmente esto. No puedes labrar un futuro, no puedes pagar la entrada de una vivienda, no puedes crear una familia”, apunta.

La incertidumbre les obliga a vivir al día. “Vivimos de ahorros, préstamos, créditos, cada uno tenemos nuestra historia, hay cientos de familias, cada una con sus problemas”, afirma.

Responsable de la situación

La pregunta sobre la responsabilidad de esta debacle es recurrente y apunta en varias direcciones.

Para Miguel Les, SKF tiene un papel determinante. “Es muy responsable de la situación porque fue quien nos dijo en un principio que nos dejaba en buenas manos. Esa es la frase que tenemos marcada: ‘Tranquilos, que yo os dejo en buenas manos’”.

Asier Les coincide en señalar a la antigua matriz. “SKF tiene su culpa, era nuestro principal cliente, y claro que tiene su responsabilidad. Está claro también que ha habido problemas de administración por parte de Nano Automotive”.

Laura Valdajos es contundente con la gestión coreana. “La dirección de Nano ha realizado una gestión muy mala, en todo momento nos han dejado vendidos, a la vista está que se han ido corriendo”, asegura.

Eric Díaz (9 años en la empresa) también comparte esta opinión. “En Nano siempre ha faltado transparencia. Nos han dicho que la empresa iba mal, pero en ningún momento han sido transparentes”, recuerda.

Ángel Miguel Palomar, con sus casi cuatro décadas en la empresa, cree que la responsabilidad está repartida. “La culpa está repartida al 50%. La mala gestión de los coreanos está ahí, ha sido nefasta, en ningún momento han querido invertir”.

Pedro Galán Martínez, otro de los veteranos con 36 años en la empresa, resume la situación con un refrán elocuente: “Al final, el uno por el otro, la casa sin barrer”.

Encontrar una solución

En cuanto a la esperanza de encontrar una solución que permita mantener el empleo, el sentimiento general es de escepticismo, aunque la lucha continúa.

Alejandro Palacios es pesimista. “No veo una solución, con estas movilizaciones se intenta hacer ruido para sacar algo más de dinero, pero esta planta no se va a volver a abrir”, asegura.

Por su parte, Miguel Les señala que “no es que seamos pesimistas, creo que somos realistas. Siempre hemos intentado tirar del carro, ser más competitivos, ahorrar, mejorar, pero no se nos ha dejado”.

Sin embargo, una pequeña llama persiste. “Siempre queda un resquicio de pensar que pueda venir otra empresa e interesarse, pero cada vez nos lo ponen peor, prácticamente no se habla de Nano”, añade.

Asier Les enfoca la lucha en obtener las mejores condiciones posibles. “No se ve una solución como tal, al final se trata de luchar y hacer ruido para sacar el mayor beneficio económico posible, conseguir las mejores condiciones para los trabajadores".

Laura Valdajos se aferra a la realidad tangible de la planta. “Tenemos la maquinaria, tenemos toda la fábrica en perfectas condiciones, no hemos parado por una catástrofe, hay máquinas y el personal humano está disponible”, recuerda.

Aunque reconoce que “con el paso del tiempo el optimismo se va desgastando.” La unión de los trabajadores es su mayor fortaleza: “Ver que estamos aquí los trabajadores todos juntos, unidos, nos da fuerza para intentar conseguir un inversor o mejores condiciones en el despido colectivo”.

Eric Díaz mantiene una cautelosa esperanza. “Siempre hay un poco de esperanza, la esperanza es lo último que se pierde”, declara.

Ángel Miguel Palomar ve difícil un rescate total. “Queremos creer en que puede llegar un inversor, pero lo veo complicado”, manifiesta. Sin embargo, vislumbra una posibilidad más reducida. “Igual esta empresa, no con tantos trabajadores, pero con 70 podría seguir funcionando y los mayores nos podríamos ir a casa”.

Pedro Galán ha perdido gran parte de su optimismo inicial. “Hasta hace no muchos días tenía ciertas esperanzas, pero ya llevamos dos meses parados y no se vislumbra ninguna solución. Cada día el pesimismo aumenta, cada día veo el futuro de la planta más negro”, lamenta.

Golpe al tejido industrial de la Ribera

El cierre de Nano Automotive no es solo un drama para sus 120 empleados, sino un duro golpe para el tejido industrial de la Ribera de Navarra.

Alejandro Palacios advierte de las consecuencias. “Si el Gobierno de Navarra no trae industria a Tudela, Tudela se hunde. No es capaz de soportar 120 despidos”.

Miguel Les amplía la perspectiva. “No es solo nuestro futuro, el de gente de unos 40 años, sino también el de la juventud que está estudiando grados medios o superiores. No van a tener ni siquiera donde hacer las prácticas si no hay industria en la Ribera”.

Asier Les señala el efecto dominó que provocará. “Bajaría bastante la industria, no es solo el cierre de nuestra empresa, están también las empresas que nos suministran. No es un problema solo de los 120 trabajadores de Nano Automotive”.

Laura Valdajos subraya la importancia de la Ribera. “Navarra no es solo Pamplona y la Cuenca. La Ribera de Navarra es muy importante, es el nexo de unión con otras comunidades”.

Eric Díaz describe un panorama desolador con el cierre de Nano Automotive. “Cada vez hay menos industrias, cada vez hay menos empleo, es muy deprimente, la verdad”.

Ángel Miguel Palomar va más allá y recuerda otros cierres dolorosos. “Creo que la Ribera queda muy tocada. Ya se fue en su día Sanyo, después la Ebroquímica, ahora Nano. SKF está en ERTE y piensa quitarse más trabajadores”.

Además, lamenta la falta de implicación del Ejecutivo foral. “Pensaba que el Gobierno de Navarra se iba a implicar más con el problema de Nano porque esta empresa ya está montada. No es traer una nueva, esta ya la tienes”.

Pedro Galán también dibuja un futuro preocupante. “La Ribera de Navarra está necesitada de inversiones y de empresas que subsistan, es una situación muy grave y muy peligrosa. Navarra hace no muchos años era la envidia del país y ahora mismo estamos en la cola”.