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Quetzal: Un grupo que deja huella en la Javierada

Con alrededor de 275 peregrinos, Quetzal será uno de los grupos más numerosos en la edición de este año, que tendrá lugar del 7 al 9 de marzo
grupo quetzal javierada2. Foto: cedida
photo_camera Integrantes del Grupo Quetzal en uno de los entrenamientos para preparar la Javierada 2025.

La Javierada es una de esas citas que marcan el calendario en la Ribera de Navarra, un evento que reúne a miles de peregrinos dispuestos a recorrer los casi 100 kilómetros que separan Tudela del Castillo de Javier.

Entre los más numerosos, se encuentra el Grupo Quetzal, el cual, bajo la dirección de Javier Vicente, se prepara para afrontar una nueva edición de esta tradicional marcha, que tendrá lugar del 7 al 9 de marzo de 2025.

"Desde que me llevó mi padre a los siete años, no he dejado de hacer ninguna", cuenta Javier Vicente con orgullo, recordando su primera experiencia en la Javierada.

Con 53 años y 46 ediciones a sus espaldas, su vínculo con este evento es inseparable. Incluso en tiempos de pandemia, no dudó en seguir adelante, manteniendo viva la tradición.

grupo quetzal javierada

Organización: logística y entrenamientos

Este año, Quetzal será uno de los grupos más numerosos que partirá de Tudela, con alrededor de 275 personas, un aumento respecto al año pasado, donde fueron 250.

"Este año vamos a andar por encima de lo que hicimos en 2024", asegura el responsable del colectivo, explicando que la participación de otros grupos, como el de Eguaras, también contribuirá a que el número total de peregrinos de la Ribera de Navarra alcance los 1.600 o 1.700.

La preparación del grupo es un reto logístico y humano, ya que no solo organizan las rutas, sino también las pernoctas, las comidas y el transporte, lo cual requiere un trabajo en equipo.

La Javierada no es solo una marcha, sino una experiencia que se vive con mucha antelación.

Desde enero, Quetzal organiza entrenamientos semanales de entre 15 y 20 kilómetros para preparar tanto a los más jóvenes como a los adultos. "A los chavales del grupo, sobre todo a los pequeños, se les obliga a hacer un mínimo de cuatro entrenamientos", comenta Javier.

Esto no solo les ayuda a prepararse físicamente para el desafío, sino también a integrarse como grupo, haciendo de la Javierada una vivencia colectiva.

A lo largo de estos entrenamientos, los participantes de Quetzal no solo se preparan para caminar, sino que también forjan lazos de amistad. Javier destaca que uno de los objetivos es "integrar a la gente de fuera" para que se sientan parte de la comunidad, y no lleguen a la Javierada sin conocer a sus compañeros de ruta.

Los retos que se enfrentan durante el camino son físicos, pero también emocionales. Vicente subraya la importancia de estar preparado para todo tipo de condiciones meteorológicas, como el viento o la lluvia en El Plano, una etapa que puede ser complicada si el tiempo no acompaña.

"Si hace un buen día, El Plano es una gozada, pero si llueve o hace demasiado aire, se convierte en un reto importante", explica con sinceridad. A medida que avanza la marcha, el cansancio también hace su aparición, sobre todo en el segundo día, cuando el camino por Montepeña se convierte en un desafío tras haber recorrido ya más de 40 kilómetros.

Pero la Javierada no es solo un reto físico, también tiene un componente humano y espiritual muy importante. "Creo que cada uno lleva un poco de fe, un poco de deporte y un poco de querer estar con los demás", reflexiona Vicente. 

grupo quetzal javierada3

Una experiencia única

Aunque la religión sigue siendo un motivo para muchos, él cree que la Javierada es una mezcla de emociones y motivaciones. Cada peregrino lleva consigo algo personal, ya sea una promesa, un reto deportivo o simplemente el deseo de compartir una experiencia única con los demás.

Para los miembros de Quetzal, la Javierada es un pilar fundamental en su calendario. "Es una de las actividades emblemáticas del grupo, y los chavales no se plantean no hacerla", dice Vicente con convencimiento.

El vínculo con el Colegio San Francisco Javier, conocido como los Jesuitas, hace que este evento sea especialmente significativo. "Siendo el colegio de Jesuitas, el santo jesuita, el tema de la Javierada está muy integrado dentro de la vida de Quetzal", recuerda Vicente, que apunta que la oración del peregrino al inicio de la marcha es uno de los momentos más especiales.

A pesar de que la Javierada ha evolucionado con el tiempo, la esencia sigue siendo la misma. Para los más veteranos, como Vicente, la marcha representa mucho más que una tradición.

"Mira, te voy a contar algo. Siempre que hago la bajada hacia Javier, llegando ya cerca del Castillo, y veo la bandera, se me despierta un sentimiento muy especial. Ese cosquilleo en el estómago, que sientes cuando algo está bien hecho, cuando sientes que has hecho algo de verdad, es la misma sensación cada año, siempre igual", señala.

Y es que, como explica Vicente, uno de los aprendizajes más importantes que se llevan los peregrinos tras completar la marcha es el valor de las conversaciones que surgen durante el camino. "Sobre todo son las conversaciones que puedes tener con gente conocida, que igual te sorprende, y con gente no conocida que también te sorprende. Ten en cuenta que son noventa y tantos kilómetros que cuando no estás hablando con uno, no estás hablando con otro", concluye.